martes, 27 de octubre de 2015

¿Vivimos en el Antropoceno?

La historia de la Tierra abarca aproximadamente 4.600 millones de años (Ma), desde su formación a partir de la nebulosa protosolar. Ese tiempo es aproximadamente un tercio del total transcurrido desde la creación del Universo (Big Bang), la cual se estima que tuvo lugar hace 13.700 Ma. El tiempo geológico corresponde al tiempo desde la formación de la Tierra hasta el presente. Se divide en distintos intervalos (unidades geocronológicas) sobre la base de información estratigráfica (cronología relativa) y radiométrica (cronología absoluta). Las divisiones del tiempo se definen primordialmente a partir de los principales eventos geológicos y los cambios biológicos observables en el registro fósil. Por ejemplo, la transición entre Pérmico y Triásico hace 250 Ma, corresponde a un evento de extinción masiva, con la desaparición del 95 % de las especies marinas y el 70 % de las especies de vertebrados terrestres.

Figura 1.- Temperatura media del aire en el hemisferio norte durante el Holoceno. Por favor interprete con sumo cuidado la gráfica, pues ha sido extremadamente suavizada y no incluye variaciones de temperatura importantes como el evento Dryas Reciente, que se reconoce en la actualidad como el inicio del Holoceno, ni el cambio climático antrópico posterior a 1950. Fuente: Dansgaard et al. (1969) & Schonwiese (1995).

Las unidades geocronológicas son unidades de tiempo basadas en las unidades cronoestratigráficas. Las unidades cronoestratigráficas dividen las rocas de la Tierra en orden cronológico, reflejando los principales eventos geológicos, biológicos y climáticos que han ido sucediéndose a lo largo del tiempo. Los nombres de las unidades cronoestratigráficas comparten el mismo nombre con las equivalentes geocronológicas, salvo que los nombres derivados de su posición estratigráfica relativa (inferior, medio y superior) se escriben como temprano, medio y tardío. Las unidades geocronológicas se corresponden una a una con las cronoestratigráficas y se ordenan, en orden descendente de jerarquía, de la siguiente manera: Eón, Era, Período, Época, Edad y Cron. Seguramente ya usted se habrá dado cuenta, que es incorrecto hablar de un período geológico como si fuera una Época o una Era, porque tienen diferentes órdenes jerárquicos y los órdenes inferiores constituyen parte de los órdenes superiores. Ahora bien, lo importante aquí para ubicarse en el tiempo, es que usted debe saber que estamos en el Eón Fanerozoico, en la Era Cenozoica, en el Período Cuaternario y en Holoceno o época Holocénica. Se ha determinado y aceptado por la Comisión Internacional de Estratigrafía, que el Holoceno comenzó hace 11 700 ± 99 años y su inicio se establece en el cambio climático correspondiente al fin del episodio frío conocido como Dryas Reciente, posterior a la última gran glaciación planetaria. Unos pocos miles de años después (hace 8000 años aproximadamente), en el Neolítico (Edad de Piedra), el hombre comenzó a practicar la agricultura. Tenga en cuenta que el Neolítico no es una unidad geocronológica, sino que está referida a las etapas del desarrollo humano. Luego aparecieron las ciudades y varios siglos después comenzó la Revolución Industrial. El siglo XX, sin embargo marcó la pauta de tiempo en la que el hombre alcanzó un poder de transformación del paisaje, suficiente como para cambiar la faz de la Tierra y los procesos que en ella ocurren, para siempre.

El término Antropoceno fue acuñado en el año 2000 por el ganador del premio Nobel de química Paul Crutzen, quien considera que la influencia humana (antrópica) sobre la Tierra en las recientes centurias ha sido significativa, a tal punto de marcar el comienzo de una nueva Época (no una Era). La propuesta del uso de este término como concepto geológico oficial, ha ganado fuerza desde el 2008 con la publicación de nuevos artículos que apoyan esta tesis. Sin embargo, para que se convierta en oficial se requiere la aprobación de la Comisión Internacional de Estratigrafía. El gran dilema es que muchos científicos aún debaten si la influencia humana realmente ha sido capaz de alterar en un modo tan radical la dinámica planetaria. En este post número 100 de GeoMet, algunos geógrafos hemos aunado criterios, para tratar de responder a esta interrogante: ¿Vivimos en el Antropoceno?

Figura 2.- La película Idiocracia tiene un excelente relato de cómo se imaginaron hace décadas el futuro (después del año 2000), cómo es realmente el presente y hacia dónde va la humanidad.

Evidencias

Geológicas: en el siglo XX el hombre descubrió la manera de dividir el átomo y fabricó la primera bomba atómica. Dos de ellas fueron lanzadas contra ciudades japonesas en la Segunda Guerra mundial, pero miles de pruebas se realizaron antes de los lanzamientos y sobre todo, después, durante la Guerra Fría. En las explosiones nucleares se producen isótopos inestables (radiactivos), que se liberan a la atmósfera y cubren todo el planeta en una fina capa, imperceptible para los sentidos humanos pero fácilmente detectables por los instrumentos especializados. Entre esos isótopos está el de Carbono 14, utilizado para hacer dataciones cronológicas en núcleos de sedimentos, entre otros. Hasta tal punto se incrementaron las concentraciones de este isótopo, con un máximo en 1963, que es imposible fechar cualquier cosa desde 1950 hasta la actualidad utilizando Carbono 14. Cuando se hacen reconstrucciones ambientales, utilizando Carbono 14, el presente al cual se refieren es a 1950. Esta huella de la actividad humana (efecto bomba) quedó para siempre registrada en la evidencia estratigráfica y es una evidencia de que una nueva Época geológica ha comenzado.
Figura 3.- Efecto de la detonación de armas nucleares (pruebas y lanzamientos) sobre el pocentaje de Carbono 14 en exceso sobre los niveles de 1950. Note el máximo en 1963 que estropea todos los intentos de fechar cualquier cosa con Carbono 14 desde 1950 hasta la actualidad. La posterior disminución del porcentaje se debe a otro efecto antrópico llamado efecto Suess (la quema de combustibles fósiles libera Carbono 12, lo cual produce un efecto de dislución sobre el isótopo de Carbono 14).

Atmosféricas: se estima que la cantidad de combustibles fósiles que los más de 7.000 millones de habitantes de la Tierra consumimos en un año, equivale a lo que al planeta le costó almacenar como depósito geológico en 1 millón de años. Hasta antes de la Revolución Industrial (con anterioridad a 1750), las concentraciones de dióxido de carbono (CO2), metano y óxido nitroso eran estables. Es a partir de la Revolución Industrial cuando estos niveles se disparan considerablemente, hasta llegar a registros que año tras año se van superando. La mayor parte del dióxido de carbono proveniente de las actividades humanas, es liberado por la quema de carbón, petróleo y sus derivados, pero también por actividades, como la deforestación, la quema de biomasa y la producción de cemento. Los niveles de CO2 en la atmósfera se han incrementado en un 43% desde el comienzo de la Era de la Industrialización. En 2015 las concentraciones alcanzaron las 400 partes por millón (ppm).

Figura 4.- Concentraciones de CO2, metano y óxido nitroso en los últimos 2000 años. La gráfica no está (ni necesita estar) referida a 1950. Fuente: 4º Informe IPCC.

Gracias a la Revolución Industrial hubo un importante crecimiento demográfico posterior, por lo que por un lado, la gran actividad industrial, y por otro, las grandes explotaciones de recursos y del territorio para la subsistencia, incrementaron el impacto sobre el sistema planetario, especialmente la emisión de gases de invernadero. Si comparamos las figuras 4 y 5, vemos claras coincidencias entre el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y el incremento demográfico. Las explotaciones de materias primas las hacen los humanos, la deforestación es mayormente causada por la actividad antrópica, las grandes industrias, los vehículos y demás fuentes emisoras de gases de invernadero, son invenciones humanas.

Figura 5.- Crecimiento de la población mundial desde el año cero de Nuestra Era. Fuente: A. Alguacil, a partir de datos de World Population Prospects.

Uso de la tierra: la segunda mitad del siglo XVIII, se caracterizó por grandes transformaciones de las principales ciudades del mundo, recibiendo población rural cercana a los núcleos urbanos. Debido a las industrias, las ciudades se vieron obligadas a un crecimiento desordenado impulsado por la demanda laboral y como consecuencia la población se trasladó a las periferias de los centros urbanos. Empezaría a presentarse una gran demanda de servicios públicos, como vivienda, agua potable, luz, recolectores de basura, espacios recreativos, seguridad, transporte público, y vías de comunicación aspectos que cambiarían la morfología urbana y un incremento desmedido poblacional ya antes mencionado. 

Figura 6.- Comparación de imágenes Landsat 5 y 8, que muestra el crecimiento de la ciudad de Manila entre 1988 (izquierda) y 2014 (derecha). Fuente: NASA

Figura 7.- Enormes extensiones de la Amazonía han sido deforestadas para destinarlas a la agricultura o la ganadería. Los suelos de la selva que ha sido talada, expuestos a la lluvia, se erosionan rápidamente y pierden su capacidad agrícola. Finalmente son abandonados y nuevas extensiones de selva son taladas. Imagen MODIS del 24 de agosto de 2015. Fuente: NASA

La quema de combustibles fósiles y los cambios en el uso de la tierra, están provocando un calentamiento del planeta por encima del ritmo natural de las variaciones del clima. Es lo que se llama calentamiento global (antrópico). Un calentamiento global no natural, cambia los patrones naturales de la circulación atmosférica y deriva en un cambio climático (antrópico). Desde 1970 la temperatura del planeta se ha elevado a ritmo constante. El aumento de la temperatura no es lineal con el aumento de la concentración de gases de invernadero, ya que hay procesos que tienden a contrarrestarlo, pero no pueden detenerlo o revertirlo a largo plazo. El año 2015 ya está en camino de convertirse en el más cálido desde que se tienen registros. Las anomalías de la temperatura a nivel mundial son de 0.85 ºC en lo que va de año (con respecto al promedio del siglo XX).

Figura 8.- Anomalías de la temperatura media global, con respecto a la media del período 1901-2000. 

"Los humanos mueven más sedimentos en el planeta que los procesos naturales como los ríos", por lo que "no podemos dejar de estudiar a los humanos como el principal agente de transformación", declaró a la prensa durante la reunión científica en Viena, John Burrows, un químico atmosférico de la Universidad de Bremen (Alemania). Burrows destaca que, además del debate académico, la designación de nuestro tiempo como Antropoceno puede ayudar a concienciarnos del enorme impacto de nuestras acciones.

Este es un trabajo conjunto de los geógrafos: Alejandro Adonis Herrera, Diego Alférez Atilano y Alan Alguacil

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