En su último boletín mensual, emitido el pasado 14 de mayo, la NOAA ha dado una probabilidad del 90 %, de que el actual evento El Niño continúe a través del verano de 2015 y una probabilidad superior al 80 % de que persista durante el resto del año. Pero los últimos dos años la NOAA también estuvo pronosticando que el Niño se desarrollaría y sus predicciones finalmente resultaron en fracaso. ¿Por qué ocurrió esto y qué tan confiable es el pronóstico actual?
En
un evento El Niño clásico, el océano y la atmósfera se sincronizan en un
patrón de retroalimentación, que empuja las cálidas aguas de la
superficie del mar y la actividad tormentosa lo largo del ecuador
hacia el este por miles de kilómetros, desde Indonesia hasta América del
Sur. Pero la atmósfera no siempre responde de la misma manera a lo que ocurre en el océano, por lo que un embrión de El Niño no siempre se desarrolla. Este
fue el caso en la primavera pasada, cuando una poderosa onda oceánica de Kelvin
empujó agua cálida hacia el este a través de las zonas tropicales del Pacífico. A partir de esos datos, muchos de los modelos globales utilizados para la predicción
de El Niño, sugirieron que un evento moderado o incluso fuerte, llegaría en el otoño
de 2014. Sin embargo, los vientos Alisios en el Pacífico, no se invirtieron ni se debilitaron lo suficiente, lo que impidió que toda el agua cálida que viajaba con la onda, llegara finalmente a la región donde debía nacer El Niño. El océano intentó de nuevo el otoño pasado con otra onda de Kelvin, pero
de nuevo la atmósfera no respondió y el calentamiento desapareció
después de unas semanas.
Pero en esta oportunidad, las cosas parecen ser diferentes:
Figura 1.- Arriba, las anomalías de la temperatura del agua en el océano, desde la superficie hasta unos 450 m de profundidad, a lo largo del ecuador. Note las fuertes anomalías positivas en la superficie y en los primeros 100 m de profundidad, cerca de las costas de América del Sur. Abajo, la temperatura real a cada profundidad. Fuente: Climate Prediction Center
Finalmente el calentamiento está bien desplazado hacia los niveles del Niño y la tendencia es ascendente. Los vientos Alisios se han debilitado y hay múltiples ráfagas de vientos del oeste, debido a la gran cantidad de tifones que se han formado tan temprano en el año, lo que ayuda a mantener el agua cálida, cerca de América del Sur.
Figura 2.-Anomalías del nivel del mar el 13 de mayo de 2015. Los valores positivos se relacionan con corrientes y bolsas de agua cálida. Note los elevados valores a lo largo del Pacífico ecuatorial y en particular cerca de las costas de América del Sur.
Qué tan fuerte podría llegar a ser El Niño este año todavía está por verse, pero si la tendencia actual se mantiene, es posible que tengamos uno de los episodios más intensos de las últimas décadas y con él, uno de los años más calientes en la Tierra desde que tenemos registros confiables. Tenga en cuenta que gracias a nuestro papel como emisores de gases de invernadero, entre otras cosas, el 2014 resultó ser el año más cálido en los registros y todavía no se había formado El Niño.
Figura 3.- Modelos globales de pronóstico del Niño. La gran mayoría coincide en que las anomalías de la temperatura superficial en el Pacífico ecuatorial, superarán los 1.5 grados Celsius, lo que significa un Niño fuerte.
¿Qué repercusiones tiene a escala regional, el desarrollo del Niño en 2015? En este aspecto los voy a dejar con una imagen de la NOAA, que resume de manera simple y MUY aproximada, el tipo de patrones climáticos esperados a escala regional en el planeta, cuando El Niño está presente. Pero por favor, tenga presente, que lo único que controla el clima en este mundo NO es el Niño y que así como la atmósfera no siempre responde a lo que ocurre en el océano; no siempre que se forme el Niño usted debe esperar que le llueva, o haga más frío o más calor. Hasta el póximo post.
Figura 4.- Patrones climáticos esperados a escala regional en el planeta, cuando El Niño está presente. Fuente: NOAA
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